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Mi nombre es Julián Romero y soy maestre de campo de los tercios del rey nuestro señor. Sirvo hoy con don Felipe II como ayer serví con su augusto padre, el césar Carlos. Queréis que os cuente mi historia y yo os diré que mi único mérito es haber salvado la piel donde otros dieron la vida.
No busquéis aquí epopeyas ni fantasías, que esto no es libro de caballerías, sino memoria fiel y seca de una vida de soldado. Todo cuanto hallaréis en estas páginas son hechos verídicos y ciertos, que bien sabido es que la milicia casa mal con la imaginación.
Habréis oído en tascas y burdeles, que no en palacios ni en casas discretas, que fui mercenario al servicio del rey de Inglaterra. El último que me dijo eso a la cara vio rasgada la suya. Porque serví en Inglaterra, sí, y ciertamente largos años, pero no para el rey Enrique VIII el hereje, sino por oficio de nuestro rey el césar Carlos, a veces secretamente y a veces con los naipes boca arriba. Ni fui tampoco mercenario, sino soldado de honor.
Si queréis saber la verdad de todo lo que en aquellos días aconteció, yo os la contaré.